Fue siempre mujer de un solo hombre,
ése que la fue desconociendo año tras año,
el mismo que anuló su voluntad
y cortó sus alas para olvidarla luego
en un rincón del mal llamado hogar,
el mismo que tras años de convivencia
la abandonó a su suerte
y la sustituyó por carne más fresca.
Herida...
con el cuerpo gastado de tanto deseo sin respuesta,
el amor de años acumulado en sus entrañas
y disfrazada de mujer ajena
salió a ver qué le deparaba la noche.
Medio cegada por luces frenéticas
y ensordecida por una música desconocida,
pudo sin embargo descubrir la verdad.
Regresó a su lecho, sola,
con el cuerpo ebrio y el alma maltrecha.
Ya poco importaba…
Volvía demasiado tarde a la vida.
(A todas aquellas y aquellos que en algún momento de su vida se sintieron así.)
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