viernes, 5 de octubre de 2018

Un tren que pasa...


¿Cuánto es el tiempo que necesitas para recordarme? 
¿O dejar de olvidarme, si prefieres?
Creaste la necesidad de quererte. 
Con una hora te bastó. 
Seguramente sobraron 59 minutos y medio.
Sonreíste y desplomaste el destino a mis pies. 
Tu mirada era Septiembre; 
con el brillo agonizante suplicando más abriles, 
me perdí para buscar la primavera. 
Encontramos el verano más ardiente 
derritiendo la frialdad del corazón.
Poco más sabré de ti. 
Poco más sabrás de mí. 
No volverán a chocar las circunstancias que nos acercaron ese día. 
La distancia comenzó cuando juntamos nuestros cuerpos. 
Abrir las piernas nunca será el error. 
La mayor debacle es abrir el corazón.
¿En quién piensas en la soledad de la noche? 
¿Cuando el alba se extingue? 
¿Cuando nadie te sostiene la mirada o te prepara un buen café? 
Siempre temiste el silencio, 
pero hasta él decidió abandonar tu sombra.
Acaso un día me encuentres, 
buscando el tiempo que me debes, 
esas horas que quedaron en promesas desprovistas de tu aroma. 
Pero nunca lo sabrás. 
Viviré entre los renglones de los versos que nunca escribes para mí,
pero siempre me devuelven mi reflejo.
Olvidaste tu deseo entre las sábanas,
te llevaste mi ilusión en tu equipaje. 
Denuncié su pérdida: 
"situación desconocida" me dijeron. 
No cabían tantos besos en tus manos,
pero llené tus bolsillos por si un día, 
confundido, te apetezco. 
Poco valen ya, el tiempo nada cura pero todo enrancia.
Hundido y solo, levanta tu copa.
Brindemos por lo que pudo haber sido...y no fue.

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